Una nueva tecnología española potabiliza agua en Etiopía
La presencia de fluoruro en los pozos pone en riesgo la salud del 79% de la población del país
En los pueblos de Dida y Obe, a unos 25 kilómetros de Ziway (Etiopía), los niños se tapan la boca porque tienen los dientes negros. La mayoría sabe que es por culpa de la mala calidad del agua. En la región, dos pozos contaminados suministran este elemento de primera necesidad a una escuela primaria de unos 400 niños, a un centro de recreo, a unas instalaciones de salud materno-infantil y al resto de la comunidad local. En esta zona, el 41% de las fuentes de agua tiene una concentración de fluoruro que excede el límite establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), de 1,5 miligramo por litro. Las de Etiopía duplican esta cifra. Para solventar este exceso insalubre, se inauguran este sábado dos plantas potabilizadoras en esta zona rural.
El contaminante natural en cuestión provoca fluorosis, una enfermedad ósea que afecta fuertemente a los niños y a las mujeres embarazadas, y produce discapacidad “preocupante”. Es lo que cuenta la doctora Isabel Díaz, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Catálisis y Petroleoquímica, que lidera el proyecto de potabilización junto con la Universidad de Adís Abeba. La ONG Amigos de Silva también está involucrada y ejecutó el proyecto después de haber firmado el acuerdo con el ministro de Aguas, Regadíos y Energía del país. “Llevamos ocho años en esta guerra. Descubrí el impacto de la enfermedad aquí. He querido empezar por dónde se incubó la idea y por un país en vías de desarrollo que lo necesita urgentemente”, relata la experta desde la embajada española en Etiopía.
El 79,2% de la población del país africano vive en zonas rurales (en España no se alcanza ni el 20%), según los últimos datos del Banco Mundial, donde el acceso al agua potable es complejo e incluso inexistente. Más de 14 millones de etíopes corren el riesgo de padecer esta enfermedad en dientes y esqueleto. Para filtrar estas sales nocivas para la salud, los investigadores utilizan las zeolitas, un mineral abundante y natural que no se ha explotado hasta ahora pese a su abundancia. “Creo que es imposible que se acabe el depósito de este recurso, aquí hay por todas partes”, explica la científica. Las zeolitas son de origen volcánico y poseen una estructura microporosa. Esta faceta les permite atrapar una amplia variedad de elementos, entre ellos y tras una modificación, el fluoruro. Además, no genera ningún residuo porque se puede reutilizar, por ejemplo, como acondicionador de suelos.
La tecnología implantada es barata, sostenible y dará suministro a 3.500 personas. Ha supuesto 200.000 euros de financiación —con el apoyo de la Fundación Española Juan Entrecanales de Azcárate y el banco suizo Stiftung Freie Gemeinschaftsbank— y no necesita ningún sistema eléctrico para funcionar. Para sacar el agua del acuífero se utiliza una bomba impulsada por placas solares, luego va a un depósito en caída libre, llega a otros dos lugares donde actúan las zeolitas y terminan en un tanque dotado de dos grifos.