Una central hidroeléctrica en el corazón de Gran Canaria se convierte en campo de batalla entre conservacionismo y energías renovables
Con la actual penetración de renovables en Gran Canaria (menos del 20% del total), apenas se genera energía sobrante para ser almacenada, pero si la isla aumenta su producción eólica o fotovoltaica, puede contribuir a que el 50% del consumo provenga de fuentes limpias junto a las baterías y el autoconsumo
Gran Canaria cuenta con uno de los proyectos de almacenamiento de energía más complejos y de mayor envergadura de España de las últimas décadas: una central hidroeléctrica reversible entre los embalses de Chira y de Soria, que pretende acercar a la isla a su autosuficiencia energética. Ideada a principios del siglo XXI y tras 20 años de parálisis burocrática, cuando está encaminada a ser una realidad en los próximos años se ha encontrado con un rechazo de ecologistas y de una plataforma ciudadana formada a tal efecto, que sostienen que la construcción y ubicación de las infraestructuras afectarán de forma irreversible al barranco de Arguineguín. La tensión y el enfrentamiento han ido en aumento, generando un conflicto entre defensores y detractores. Todo, por una obra que serviría de almacén de energía generada por fuentes eólicas y fotovoltaicas, transformándola en electricidad mediante el bombeo de agua en altura para distribuirla en la red cuando fuera necesario, con sus ventajas e inconvenientes: “Hay dudas y, como todas las cosas, no hay nada perfecto”, señala el catedrático en Ingeniería Mecánica de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) Roque Calero, quien impulsó el proyecto de la central siendo director del Instituto Tecnológico de Canarias en 2006.
Red Eléctrica Española es la empresa encargada de llevar a cabo el proyecto desde 2015, después de que la primera adjudicataria, Unelco-Endesa, renunciara a la obra. Hasta la fecha, el operador y transportista del sistema eléctrico en España explica que entre finales de 2017 e inicios de 2018 se llevaron a cabo los trabajos de ampliación de la campaña geotécnica de la central, con el objetivo de determinar, con un mayor grado de detalle, las características del subsuelo donde se realizará el proyecto, que será mayoritariamente subterráneo. La campaña consistió fundamentalmente en sondeos y catas de exploración, de diferentes profundidades, con el fin de conocer en detalle las características del terreno. Y para los trabajos “se abrieron pistas de tierra con las correspondientes autorizaciones administrativas emitidas en tiempo y forma, que han sido restauradas en su totalidad, salvo un acceso que cuenta con autorización para no ser restaurado, porque se utilizará de nuevo”, explica la empresa. Además, en agosto, REE licitó una desaladora y seis turbinas-bomba reversibles, porque son unidades independientes al proyecto en sí. El proyecto ha pasado por tres periodos de exposición pública (en otoño de 2016, en primavera de 2019 y en verano de 2020). Actualmente, está pendiente de la declaración de impacto medioambiental que debe emitir el Gobierno de Canarias (se prevé que se publique en abril) para que el Ministerio de Industria formule la autorización definitiva y puedan comenzar las obras, que tienen un periodo de ejecución de unos 5 años y están presupuestadas en 390 millones de euros.