Tras las huellas del primer acueducto de La Laguna
Realizar un sendero del agua en Las Mercedes como un atractivo turístico más es lo que plantean unos aficionados a la investigación de la historia de las Islas. Su intención es revalorizar un antiguo acueducto que llevaba el agua desde la montaña hasta el casco lagunero y que, en la actualidad, se encuentra abandonado. Algunos tramos están destrozados por la intervención humana y otros, por el propio paso del tiempo. Su objetivo es que sea declarado BIC.
La Laguna esconde multitud de tesoros de épocas pasadas que ni siquiera los mayores conocen. Construcciones que fueron clave cuando tanto en el casco como en el resto del municipio los vecinos se dedicaban, principalmente, a la agricultura. Y ese es el caso del acueducto que llevaba el agua desde las montañas de Las Mercedes hasta la propia zona de La Concepción.
De aquella edificación de madera del siglo XVI, que ya el ingeniero italiano Leonardo Torriani recogía en el mapa que hizo sobre el trazado de la ciudad, no quedan restos que se conozcan. Sobre él, siglos más tarde, se construyó otro acueducto. En este caso, la edificación original de tea dio paso a una de piedra, más resistente, y que seguía el mismo camino que el del siglo XVI.
Sobre los restos que quedan en Las Mercedes de este último, en cambio, un grupo de aficionados a la divulgación, el informático Alejandro Carracedo, el experto en petroglifos Oliver Quintín y la arqueóloga Belquix Padrón, han iniciado una investigación para conocer mejor su historia y proteger lo que aún sobrevive al paso del tiempo. Aprovechan para ver si queda algo de la estructura original pero al ser de madera lo ven muy improbable.
El objetivo final de este estudio es “descubrir el tramo que pasa por el pueblo y poder hacer un sendero del agua”, señaló Carracedo, un proyecto que han iniciado los empleados del Centro de Visitantes de Cruz del Carmen. La intención es “realizar una ruta autoguiada con paneles” para que los turistas y residentes puedan hacer el recorrido solos.
En este caso, el pateo seguiría el sendero que actualmente discurre tras el Restaurante Melián y recorrería aproximadamente un kilómetro. Siguiendo este sendero turístico pueden verse diferentes tramos del muro y los arcos del acueducto, realizados en piedra, con la atarjea de toba roja que, en algunos tramos, no solo está destrozada, sino que hay pedazos caídos por el barranco.
El principal problema, además de que las raíces de los árboles están creciendo entre la propia infraestructura y pueden llegar a romperla, es que el muro del acueducto, en algunos tramos, es además el muro de contención de la carretera, por lo que soporta demasiado peso. En otras partes del recorrido, la pared ha cedido debido a la presión de la tierra de una huerta. Por ello, la idea de los expertos es que el muro se acondicione para poder eliminar todas estas ramas que podrían afectar su estructura y llegar a derrumbarlo.
Destrozos y desconocimiento
Además, los investigadores preparan un proyecto con la intención de que este acueducto sea declarado Bien de Interés Cultural (BIC). En este sentido, Carracedo señaló que “los constructores tienen que entender que los BIC no son enemigos, sino que hay que tomarlos como un recurso más del que poder beneficiarse, al igual que sucede en otras parte del mundo”.
Y es que en este caso, parece que el patrimonio arquitectónico ni siquiera ha estado protegido por los propios vecinos y visitantes, ya que hay tramos que han desaparecido a causa de nuevas construcciones y otros donde los aficionados a las pintadas gamberras ya han llegado con sus sprays para dejar sus huellas. Marcas que destacan en unos muros que tienen cientos de años y que se esconden tras las ramas de multitud de árboles y arbustos.
Según los documentos, el proyecto del acueducto de piedra, que sustituyó al original de madera, data de 1854 y la última construcción se realizó en 1878. De hecho, en el texto del proyecto de restauración, de 1854, ya se hablaba de la atarjea que cruzaba Las Mercedes. “Desde los nacientes del monte hasta el puente de Las Mercedes existe una atarjea de mampostería, la cual, aunque no se halla en las mejores condiciones, puede bastar por ahora y será suficiente cuando se hagan en ella las modificaciones y reparaciones que reclaman”, aparece en la documentación. De ahí que los expertos consideran que puede tener más de 200 años de antigüedad.
La construcción que aún permanece se puede ver de manera intermitente por diferentes tramos de Las Mercedes, ya que “aparece y desaparece entre las montañas”, recalca Quintín. Según los datos que los investigadores han logrado recabar en el Archivo Municipal del Ayuntamiento de La Laguna, este acueducto utilizaba el cauce natural del agua para evitar que fuese al barranco y poder direccionarla hasta la ciudad. Y, de hecho, algunas de las tuberías que se usan en la actualidad siguen el mismo recorrido, puesto que pueden verse junto a los tramos destrozados de la antigua construcción. Este es un claro ejemplo de saber utilizar los pocos medios con los que contaban para hacer más sencillo el trabajo cotidiano. “Debemos difundir la historia de nuestros antepasados, que ya sabían utilizar los recursos para llevarlos a los lugares donde no llegaban”, afirmó la arqueóloga.
Ya el historiador Miguel Ángel Gómez, en 2011, habló de su importancia en una de las conferencias del curso Los patrimonios de La Laguna, donde señalaba que “en 1513 comienza la canalización del agua de Las Mercedes hasta el municipio por medio de cañerías de madera, a las cuales se incorporaban unos filtros, denominados rayos, que limpiaban el fluido de tierra y desperdicios”. “Son auténticos acueductos que muy pronto comenzarán a construirse con barro, ya que este material se deterioraba menos que la madera y era un sistema más impermeable”, añade. Y hasta estos nacientes “iban las mujeres a lavar la ropa hasta que se prohibió y solo podían recoger el agua para llevarla hasta sus casas”, apuntaba el historiador.
Belquix Padrón recalca en aquella época “el acueducto era propiedad privada y pertenecía a todas las personas por cuyas viviendas pasaba”, a pesar de haber sido construido por el Ayuntamiento a través de una empresa privada. Además, los propietarios eran los responsables de mantenerlo acondicionado.
Sin embargo, en los documentos que han podido estudiar, se ve como los vecinos de la zona “suplicaban” al Consistorio y a la empresa de abastecimiento de agua que arreglaran los tramos del acueducto que estaban estropeados y por los cuales se inundaban sus casas cuando había fuertes lluvias. “Lo más curioso es que se podían pasar años suplicando para que arreglaran la construcción”, recalca Belquix Padrón.
En estos casos, también se sucedían diferentes errores que con el tiempo causaron mella en la infraestructura. Al no ver ninguna solución por parte de la Corporación local, los propios afectados intentaban arreglar los tramos que se bifurcaban hacia sus casas, por lo que en algunos casos, al no contar con los medios necesarios, la solución empleada se convertía en un daño mayor.
Estos aficionados a la investigación mantienen la importancia de la divulgación de la historia de las Islas, ya que existen muchos episodios desconocidos que eran una parte importante de la vida de los antepasados canarios. “La historia aborigen es prácticamente desconocida y tenemos una gran riqueza en toda la Isla que debemos difundir”, afirmó el informático.
“En el Archipiélago hay un montón de recursos etnográficos, al tratarse de una economía de subsistencia, que tenemos que dar a conocer para que la gente entienda su importancia y pueda protegerlos”, afirma Alejandro Carracedo. “Es necesario que todos estos recursos se conozcan y se valoren”, añadió Oliver Quintín. Por ello, continúan con el estudio de grabados, molinos, eras, hornos de secado y todo aquello que fue útil siglos atrás para los habitantes de Tenerife y que hoy, en muchos casos, son solo piedras para la mayoría de los isleños.
Fuente : http://www.laopinion.es