El reto del agua en el siglo XXI
El abastecimiento hídrico será un problema grave para el 50% de la población mundial en 2030
El Foro Económico Mundial 2013 ya identificó la “crisis de abastecimiento de agua” como uno de los cinco principales riesgos mundiales. Además, si tenemos en cuenta datos de la Fundación Aquae como que más de 1.000 millones de personas en el mundo carecen de acceso directo a fuentes de agua potable o que cada año más de tres millones y medio se ven afectadas por enfermedades relacionadas con la calidad del agua, podremos concluir que, sin lugar a dudas, el agua es uno de los grandes retos del siglo XXI. A esto hay que añadir que las tendencias indican que en el futuro próximo se acentuará el estrés hídrico severo de forma global. Esta situación, que se da cuando la demanda de agua supera el 40% del total de los recursos hídricos, afectaba al 40% de la población mundial en 2013 y pasará a aquejar a la mitad de la humanidad en 2030.
Por otro lado, el crecimiento demográfico y la mayor sofisticación de la alimentación suponen un desafío agroalimentario sin precedentes. La necesidad de incrementar la producción de alimentos se ve condicionada por las limitaciones de la oferta de suelo agrícola disponible debido a factores como la contaminación, la deforestación, la desertificación y el cambio climático. En este punto concreto, nuestro país puede y debe jugar un papel relevante mundial como Vivero de productos de Alta Calidad del Mundo, aunque, para ello, debe ser capaz de maximizar la superficie óptima para la producción agroalimentaria y, a su vez, disminuir drásticamente la superficie nacional bajo estrés hídrico, la mayor de todos los países de la Unión Europea.
España incumple la normativa de la Unión Europea en lo que se refiere al tratamiento de aguas residuales.
Para hacer frente a estas cuestiones globales es necesario cuidar este recurso esencial e invertir en mejorar su eficiencia. Muchos países están buscando ya la forma de optimizar y aumentar la oferta disponible de agua potable mejorando la calidad y la eficacia en el tratamiento. En nuestro país en concreto, se ha realizado un gran avance en las últimas dos décadas, pero se mantiene un déficit frente al cumplimiento de la normativa de la Unión Europea en lo que se refiere al tratamiento de aguas residuales.
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