Responsabilidad Hídrica privada: herramienta de gestión e inclusión
- La huella hídrica es un concepto novedoso que, con -cierto recorrido en los últimos años- se está abriendo paso como herramienta de gestión para empresas y en menor medida para gobiernos que asumen la necesidad de medirla en los distintos sectores.
- En ambos casos, el sentido es el mismo: conocer la huella permite pensar políticas para reducirla primero, y neutralizarla después.
- La Fundación Avina, a partir de su experiencia en el programa de Acceso al Agua, propone comprender la huella hídrica en el sector empresario como parte de un esquema más amplio: la Responsabilidad Hídrica privada, y muestra algunas experiencias donde se pueden cruzar fructíferamente la innovación social, la articulación multisectorial y el desarrollo sostenible.
En la edición nro. 27 de InContext planteamos el alcance del concepto de huella hídrica, sus distintos componentes y algunas experiencias iniciales relevadas para mostrar cómo un proyecto de impacto social puede inscribirse en una lógica de compensación (en un sentido no técnico) del uso de agua por parte de una empresa. Sin embargo, un mayor refinamiento del enfoque, tanto en lo conceptual como en la estrategia de intervención social, nos ofrece un panorama más complejo y a la vez más prometedor para entender y actuar en las cadenas productivas basadas en el uso del agua, que nacen en la empresa e involucran al universo de consumidores.
Como señala la experta Ana Carolina Herrero, “el concepto de Huella Hídrica permite considerar el uso del agua oculta a lo largo de la cadena de producción de bienes o servicios de consumo, dando información de los efectos sobre el agua asociados a los hábitos de vida de las personas o poblaciones o de producción de gremios o empresas. Este indicador multidimensional muestra los consumos de agua, según su origen y los volúmenes de agua requeridos para la asimilación de la contaminación generada. Los componentes de la Huella Hídrica son explícitos geográfica y temporalmente.”
Bregando por la incorporación paulatina y creciente, por parte de las empresas, de la huella hídrica como herramienta de gestión, Herrero enumera las ventajas de hacerlo de esa manera: “La Huella Hídrica es un instrumento más útil para la gestión del agua que los tradicionales porque:
La correcta administración del agua se ha convertido en un elemento crítico en términos de reputación y viabilidad de negocio
- considera toda el agua requerida en la cadena de producción;
- incluye el servicio ambiental que brinda el agua como receptor de los efluentes líquidos;
- indica en qué parte del proceso las mejoras generarán un impacto positivo mayor al incluir toda la cadena de producción;
- colabora en la planificación sustentable de regiones cuando se realiza la evaluación conjunta de la Huella Hídrica con las condiciones naturales de la región;
- a nivel de empresas, es compatible con los requerimientos de las certificaciones de la Norma ISO 14.046 y de la Alliance Water Stewardship (AWS)”.
Y añade una consideración fundamental para las empresas basadas en el recurso: “la correcta administración del agua se ha convertido en un elemento crítico en términos de reputación y viabilidad de negocio”, y se enfrenta al reto de “identificar, reconocer y evaluar sus probables riesgos, que incluyen pérdidas económicas por daños debidos a eventos climáticos extremos, sobreexplotación del recurso, reducción de la operación y/o pérdida de confianza en la inversión, entre otros”. Pero también hay que añadir -como un desafío de máxima importancia- la desactivación de escenarios de alta conflictividad social causados por el mal manejo tanto del uso productivo como –cuando existe, en el contexto de la RSE- del intento de generar la devolución del agua a la cuenca a través de proyectos sociales. Y cuando la empresa genera un rechazo social en las comunidades donde opera las dificultades y desafíos del trabajo se multiplican y complejizan rápidamente poniendo en riesgo toda la iniciativa (ver InContext 43).
Mencionamos entonces a la huella hídrica y a la RSE, pero hasta ahora no están fuertemente vinculadas entre sí. El campo de aplicación de la RSE para temas de agua parece descansar en la gran mayoría de los casos, con notorias excepciones, en propuestas aisladas, desconectadas del perfil productivo de la empresa. Obedecen de alguna manera a una concepción tradicional de la RSE como filantropía empresaria, pero ofrece límites para conseguir cambiar la cultura empresaria misma frente al recurso agua, y también es muy limitada la posibilidad de que la ciudadanía involucrada revierta la percepción negativa que tenga del accionar privado o valorice el enfoque que éste tenga para mostrar que ya no se limita a extraer y lucrar.
Por otra parte, la preocupación empresaria que busca estrictamente medir, reducir y finalmente neutralizar la huella hídrica propia da un paso importantísimo para asumir frente a la comunidad un compromiso diferente, ya que termina generando, en el mejor de los casos, un impacto neutro en la cuenca de la cual obtiene el insumo líquido: devuelve (y se mide y certifica) la cantidad de agua que requirió en el proceso productivo, modificando a la vez sus prácticas para reducir el consumo (y lo mide y certifica). Ahora, con todo lo significativo que resulta contar cada vez más con empresas que asuman esta necesaria (y todavía no obligatoria) proactividad para medir, reducir y neutralizar la huella, no podemos perder de vista que al intervenir solamente en la cuenca local de producción la neutralización eficaz no hace sino generar condiciones ambientales de perpetuidad del negocio. Dicho de otra manera: neutralizar la huella es parte del negocio, y eso explica la motivación fundamental para abordarla. Reduzco impacto ambiental y reduzco costos y aseguro fuentes de producción.
Herramienta de Inclusión
La Fundación Avina propone, desde su experiencia programática, una manera directa de vincular la huella hídrica dentro del enfoque de la responsabilidad social empresaria, pero obedeciendo a otros objetivos y a otro paradigma; inscripto en la lógica de triple resultado (económico, ambiental y social); como contribución a hacer efectivo el agua como derecho humano básico; basado en la igualdad de oportunidades y en una mirada de cuencas endógena y exógena, plural. A este proceso lo llamamos Responsabilidad Hídrica.
Responsabilidad hídrica
- Objetivos: a) alinear la empresa a las exigencias del contexto crítico de cambio climáticoglobal que impacta profundamente en diversas problemáticas de uso del agua; b) extender y profundizar el concepto de responsabilidad social empresaria cuando se trata de asumir estratégicamente el tema agua.
- Paradigma: sin dudas el del desarrollo sostenible, que piensa no sólo en las generaciones presentes sino en las futuras y su derecho al disfrute de un bien público.
- Triple resultado: la empresa no se limita a la búsqueda de la ganancia lucrativa sino que lo hace conservando cuencas, con todas las consecuencias positivas ambientales concurrentes, y generando soluciones de agua especialmente para familias y comunidades vulnerables.
- Derecho Humano: proponer soluciones de agua para facilitar el acceso en el entorno doméstico a partir de múltiples tecnologías y estrategias de intervención social ayuda a efectivizar, con aportes privados y de la sociedad civil, este derecho humano.
- Igualdad de Oportunidades: si las soluciones de agua que apoya la empresa como parte de su responsabilidad social se orientan a los sectores rurales y periurbanos más vulnerables, concreta la igualdad de oportunidad en el acceso a este bien básico.
- Cuencas en plural: para una responsabilidad hídrica integral se deben atender tanto la neutralización de la huella en la cuenca local de donde se extrae el agua como en otras cuencas no vinculadas al negocio, donde la igualdad de oportunidades y la efectivización del derecho humano justifican apoyar proyectos compensatorios.
De esta manera se considera a la RH como un proceso progresivo, de menor a mayor grado de involucramiento ambiental y social, que puede partir inicialmente de una concepción más restringida, anclada en una visión filantrópica tradicional, y llegar, superando etapas, a una idea de responsabilidad social profunda, sostenida e inclusiva en temas de agua. La responsabilidad hídrica se alcanza cuando se unen, con una perspectiva amplia de cuenca (local y extra local), la gestión de la huella hídrica y la intención filantrópica, que deja de ser un hecho aislado, puntual, difícil de sostener en el tiempo, sino que se ha integrado a una política empresarial sustentable, que concibe su responsabilidad de una manera mucho más extendida.
Esquemáticamente se puede visualizar de esta manera:
Las soluciones comunitarias de agua, presentes en los eslabones 1, 4 y 5, se reflejan en proyectos que pueden ser implementados por Organizaciones Comunitarias que dan Servicios de Agua y Saneamiento (OCSAS), tales como cooperativas, juntas de agua, comités de agua potable, como también por ONG especializadas en proyectos de conservación, acceso al agua, cosecha de lluvia o mejoramiento de la calidad de agua.
Un aspecto adicional nada menor para empresas que quieren adoptar un enfoque sustentable de responsabilidad hídrica es decidir participar también, como actor social, en espacios de análisis, debate y propuestas que toman a la cuenca como unidad territorial, en el marco de una gobernabilidad democrática y transparente de las cuencas, especialmente las que están más aquejadas y presionadas por diversos factores, naturales y antrópicos.
Precisamente cuando en América Latina comienzan a acumularse las evidencias de balances hídricos negativos, algunas mega-ciudades sienten los impactos de la falta de planificación de territorios interconectados aunque estén distantes miles de kilómetros (ver InContext 61), y se hace habitual conocer que muchos colectivos sociales hacen sentir su voz por la falta de priorización al uso del agua para el consumo humano, hay que señalar también que existen todas las condiciones, experiencias y herramientas para que el enfoque gradualista de la responsabilidad hídrica empresaria se traduzca en una multiplicación de soluciones de agua que complementen los esfuerzos estatales para alcanzar la cobertura universal que plantea el Objetivo #6 de Desarrollo Sostenible que Naciones Unidas está a punto de consagrar.
Huella Hídrica privada y los Objetivos del Desarrollo Sostenible
La Huella Hídrica privada tiene capacidad para incidir directamente en el alcance de las metas 3, 4 y 6 del Objetivo nro. 6 de los Objetivos del Desarrollo Sostenible.
OBJETIVO #6: GARANTIZAR LA DISPONIBILIDAD DE AGUA Y SU GESTIÓN SOSTENIBLE Y EL SANEAMIENTO PARA TODOS
- Meta 1: Para 2030, lograr el acceso universal y equitativo al agua potable, a un precio asequible para todos.
- Meta 2: Para 2030, lograr el acceso equitativo a servicios de saneamiento e higiene adecuados para todos y poner fin a la defecación al aire libre, prestando especial atención a las necesidades de las mujeres y las niñas y las personas en situaciones vulnerables.
- Meta 3: Para 2030, mejorar la calidad del agua mediante la reducción de la contaminación, la eliminación del vertimiento y la reducción al mínimo de la descarga de materiales y productos químicos peligrosos, la reducción a la mitad del porcentaje de aguas residuales sin tratar y un aumento sustancial del reciclado y la reutilización en condiciones de seguridad a nivel mundial.
- Meta 4: Para 2030, aumentar sustancialmente la utilización eficiente de los recursos hídricos en todos los sectores y asegurar la sostenibilidad de la extracción y elabastecimiento de agua dulce para hacer frente a la escasez de agua y reducir sustancialmente el número de personas que sufren de escasez de agua.
- Meta 5: Para 2030, poner en práctica la gestión integrada de los recursos hídricos a todos los niveles, incluso mediante la cooperación transfronteriza, según proceda.
- Meta 6: Para 2020, proteger y restablecer los ecosistemas relacionados con el agua, incluidos los bosques, las montañas, los humedales, los ríos, los acuíferos y los lagos.
- Meta 7: Para 2030, ampliar la cooperación internacional y el apoyo prestado a los países en desarrollo para la creación de capacidad en actividades y programas relativos al agua y el saneamiento, incluidos el acopio y almacenamiento de agua, la desalinización, el aprovechamiento eficiente de los recursos hídricos, el tratamiento de aguas residuales y las tecnologías de reciclaje y reutilización.
- Meta 8: Apoyar y fortalecer la participación de las comunidades locales en la mejora de la gestión del agua y el saneamiento.
Fuente: http://www.iagua.es/