Núcleos rurales aislados en el desierto del Sáhara se abastecen de agua potable con tecnología canaria
Un sistema de desalación diseñado por el Instituto Tecnológico de Canarias (ITC), alimentado exclusivamente con energía solar fotovoltaica, ha suministrado de agua potable de forma ininterrumpida desde su instalación en 2006 a la población de Ksar Guilène en Túnez, en pleno desierto del Sáhara.
Según ha informado este domingo en un comunicado la Consejería de Economía del Gobierno canario, la instalación, diseñada y ejecutada por el ITC entre octubre de 2004 y junio de 2006, se ha convertido en un referente internacional al ser la planta de desalación autónoma más longeva de África y que tiene como único suministro energético una central solar fotovoltaica aislada de la red eléctrica.
Durante estos más de diez años de operación ininterrumpida se han producido más de 20 millones de litros de agua potable que han abastecido las necesidades de una población de 300 habitantes que, por su situación geográfica -en pleno desierto del Sahara (región de Kébili)- no disponía de red eléctrica y debía recurrir a transportar el agua en camiones cisterna desde un pozo artesiano situado a unos 60 kilómetros de distancia, indica la nota.
El conjunto del diseño de la instalación está basado en la patente internacional del ITC, denominada DESSOL, consistente en la operación autónoma de una desaladora por ósmosis inversa accionada por un campo solar fotovoltaico y soportada por un sistema optimizado de almacenamiento en baterías.
En el caso de la instalación de Túnez, el suministro eléctrico proviene de siete generadores solares fotovoltaicos en paralelo, proporcionando 10,5 kW de potencia máxima.
La producción autónoma de agua potable en enclaves aislados es, además de una solución sostenible para la mejora de las condiciones de vida, una alternativa viable para alcanzar una mayor rentabilidad de las actividades económicas que repercuten a su vez en el desarrollo social y en la estabilidad poblacional.
En el caso de Ksar Ghilène, la disponibilidad de agua ha permitido consolidar las actividades agrícolas, ganaderas y turísticas, altamente dependientes del recurso del agua y que representan el sustento de la mayoría de sus habitantes, asegurando así el desarrollo económico y el crecimiento de la población, repercutiendo directamente en su desarrollo social y disminuyendo el éxodo rural hacia otras zonas con más recursos.
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