La silenciosa crisis del agua en Estados Unidos
Estados Unidos asiste a una silenciosa crisis de agua potable, en la que el caso de contaminación acuífera de la localidad de Flint (Michigan) parece ser solo la punta del iceberg de una situación con graves consecuencias a medio plazo si no se toman medidas lo antes posible.
Flint, donde el suministro de agua no se puede ingerir, es un ejemplo de lo que puede ocurrir a nivel nacional, según los expertos, producto de una dejadez en la renovación de las tuberías de un sistema de abastecimiento que, en numerosos casos, tiene más de un siglo.
Algunas de las líneas de servicio de agua en Flint, las que unen las viviendas con el resto del sistema, se instalaron entre 1901 y 1920, al igual que en otros muchos municipios a lo largo y ancho de EEUU, por lo que las cañerías hechas de plomo están contribuyendo a la contaminación del agua, con graves impactos para la salud.
En esta localidad de Michigan, es el Río Flint el que provee de agua a sus habitantes, sin embargo, se trata de un agua muy corrosiva que ha acelerado el envejecimiento de las cañerías, provocando que el agua tenga altos niveles de metales pesados.
Entre 6.000 y 12.000 niños han estado expuestos a agua potable con altos niveles de plomo en Flint, donde ha aumentado del 2,5% en 2013 hasta un 5% en 2015, abriendo la puerta a enfermedades derivadas del envenenamiento por este metal, que en altas dosis puede causar la muerte.
Según explica a Efe Mae Wu, abogada del Consejo para la Defensa de Recursos Naturales (NRDC, en inglés), el caso de Flint no es aislado y Estados Unidos se enfrenta a un problema a “escala nacional” debido fundamentalmente a la antigüedad de su infraestructura acuífera.
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