La sequía en la isla más lluviosa. ¿Escasez de agua en La Palma o deficiente gestión de un recurso natural escaso?
Un articulo de Antonio Cabrera
OPINIÓN — El debate del agua en La Palma no es un problema técnico, es un problema de políticas de gestión de un recurso natural escaso que precisa ir más allá de los intereses creados y de confrontaciones política que bloquea los consensos necesarios para articular soluciones de futuro.
La escasez de agua en La Palma, a pesar de ser una de las islas más lluviosas, no es un problema de ahora porque han disminuido las lluvias o se ha producido un incremento de la superficie de riego, no, es mucho más antiguo. A lo largo del siglo XVII y en situaciones de emergencia como fueron las erupciones volcánicas, plagas de cigarrones o sequías, las autoridades religiosas acercaban, bajaban del monte de las Nieves a la iglesia de El Salvador, la imagen de la virgen para facilitar las rogativas populares en demanda de ayuda divina en momentos de emergencia. En este sentido, en la bajada del año 1676 con motivo de una grave sequía, fue tal la manifestación de fervor popular que el obispo de Canarias, don Bartolomé García Jiménez, dispuso que el traslado de la virgen se repitiese cada cinco años sin que estuviese motivada por una especial rogativa, de esta forma y, a partir de 1680, nacía la Bajada de la Virgen de las Nieves que se ha mantenido hasta la actualidad. (Fátima Bethencourt Pérez. “Historia de la Bajada de la Virgen de las Nieves”).
Con el paso del tiempo, el vínculo entre sequía y bajada de la virgen se fue debilitando porque era difícil establecer alguna relación causal, más allá de las posibles coincidencias meteorológicas. La realidad pluviométrica insular se imponía y periodos lluviosos se alternaban con otros de sequía y, unos 340 años después, la bajada del monte de dicha imagen se encuentra consolidada como la mayor festividad religiosa de la isla y, los palmeros, abandonados por el dios de la lluvia, todavía, no sabemos cómo resolver el problema.
El debate del agua en La Palma no es un problema técnico, es un problema de políticas de gestión de un recurso natural escaso que precisa ir más allá de los intereses creados y de confrontaciones política que bloquea los consensos necesarios para articular soluciones de futuro.