“La presa de El Río es uno de los dos grandes fracasos de la ingeniería hidráulica tinerfeña, junto a la de Los Campitos, en Santa Cruz de Tenerife”. Lo asegura Javier Rodríguez Medina, consejero insular de Desarrollo Sostenible y Lucha contra el Cambio Climático, haciéndose eco de trabajos realizados y publicados por el Colegio de Caminos, Canales y Puertos de la provincia. “Nuestra valoración se ciñe al histórico de lo que ha pasado en esa presa”, lo que genera incertidumbre sobre cualquier posible rehabilitación.
La presa de El Río fue proyectada para aprovechar el agua que discurría por el barranco del mismo nombre que sirve de límite entre Arico y Granadilla de Abona, en el que desembocan once cuencas. Emplazada a unos 600 metros sobre el nivel del mar, tiene capacidad para almacenar tres millones de pipas de agua, equivalente a millón y medio de metros cúbicos. Fue construida durante la década de los años 60 del siglo XX por el Mando Económico de Canarias (MEC), una institución que se estableció en el Archipiélago en 1941. Nunca estuvo en funcionamiento “debido a los grades, grandísimos problemas de filtración que tenía”.
El consejero de Aguas del Cabildo de Tenerife explica que las condiciones del suelo de las Islas, de origen volcánico, dificulta la localización de “fisuras” y “genera una gran permeabilidad”, que es la situación que se da en el lugar donde está emplazada la presa de Arico. Javier Rodríguez asegura que está documentada una “campaña de inyección”, que consiste en aplicar hormigón en las fisuras “para conseguir su impermeabilidad”. El coste de esa actuación “fue casi de la misma cuantía que la presa, pero nunca se consiguió que fuera impermeable”.
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