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La ingeniería de caminos, canales y puertos en el desarrollo de Canarias: los grandes embalses para el almacenamiento de aguas (II)

Plan de balsas de Tenerife

En el artículo l de esta serie nos referíamos al escenario hidráulico que encontró la primera corporación democrática que arribó al “Cabildo Insular de Tenerife” en las elecciones del 3 de abril de 1979, con José Miguel Galván Bello en su presidencia; uno de los temas que llevaba bajo el brazo el insigne chasnero fue la realización de un “Plan de Balsas” en el Norte de Tenerife –en otra ocasión hablaremos del asunto hidráulico que llevaba en el otro brazo: la reutilización de las aguas residuales depuradas de la zona metropolitana en el Sur de la Isla–; en el mes de junio el jefe del “Servicio de Vías y Obras” del Cabildo, Enrique Amigó Rodríguez, ya había formado el equipo técnico que, por imposición del Sr. Galván, debería contar con ingenieros de caminos, canales y puertos “de la tierra” –o “del país”, utilizando un término más enófilo.

Y esta actitud tiene su explicación en que D. José Miguel ya había ocupado el cargo de presidente de la Corporación Insular entre los años de 1964 y 1971, cargo del que fuera destituido –no sin algo más que cierto revuelo en la sociedad tinerfeña–, después de haber impulsado grandes infraestructuras como el “Hospital Universitario”, la “Autopista del Sur” y el “Aeropuerto Reina Sofía” –entre otras–. En aquella primera etapa encargó un «Plan Hidráulico Insular», plan que fue elaborado en el lustro 1967-73 por el consultor “GEOTEHIC, S.A.” –integrado por técnicos con gran formación académica, como demuestran los documentos elaborados, pero sin ninguna experiencia ni conocimiento del territorio insular– y que incluyó una docena de grandes depósitos con impermeabilización artificial del vaso destinados a la regulación de los recursos hidráulicos de origen subterráneo en la Isla de Tenerife –este último extremo ya lo tenía muy claro el presidente.

Los proyectos incluidos en este Plan se redactaron sobre la hipótesis general de aprovechar algunos vasos naturales del relieve insular para minimizar los movimientos de tierras necesarios para obtener la capacidad deseable. En casi todos los proyectos que llegaron a redactarse se utilizaron emplazamientos coincidentes con los cráteres de conos volcánicos de lapilli o puntos de topografía favorable en cauces de barrancos, sobre los que se configuraban vasos de geometría relativamente sencilla en la que primaba la conformación de los taludes interiores del vaso. Junto a los movimientos de tierras, el capítulo de mayor incidencia en el coste y funcionalidad de la obra era la pantalla de impermeabilización. La solución al uso en aquellos años en cuanto al material a utilizar en este tipo de pantallas eran las mezclas asfálticas en caliente –similares a los firmes de las carreteras–, en cuyo extendido y compactación era preciso recurrir a maquinaria sofisticada si se quería garantizar la economía y la calidad de la obra.

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