La importancia social del agua
El modelo tecnocrático y productivista basado en la creciente capacidad técnica y tecnológica del ser humano para intervenir los ciclos naturales ha generado crecientes problemas socio-ambientales que afectan al conjunto de la sociedad, presente y futura. Durante las últimas décadas han emergido modelos alternativos basados en la concepción del agua como un bien común y un patrimonio común que pertenece al conjunto de la sociedad y debe ser gestionada con transparencia, participación y equidad, con criterios de conservación a largo plazo, para que la generación presente pueda disfrutar equitativamente de los beneficios proporcionados por el agua y lo puedan seguir haciendo las generaciones futuras.
Así, se indica que la relación que establece la sociedad con el agua pone de manifiesto el modelo de relación de esa sociedad con la naturaleza y también entre los miembros que conforman esa sociedad. En las sociedades modernas el discurso dominante en la política del agua se refiere al agua meramente como recurso hídrico o recurso hidráulico, desvinculándola de su contexto territorial y abstrayéndola, por tanto, de su intrínseca relación con los ecosistemas y el ciclo hidrológico así como de su vinculación con los pueblos que habitan y dependen de esos ecosistemas. Esta conceptualización del agua como recurso apropiable, separado del territorio, materializa una relación de dominación del ser humano sobre la naturaleza y sobre los otros, facilitada por el avance tecnológico y la mercantilización del agua al servicio de los intereses de los grupos que detentan el poder económico y político en cada momento, y que definen los objetivos de la sociedad en base a fines instrumentales de perpetuación de las relaciones de poder, de crecimiento económico e, incluso, de expansión financiera.
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