La desalinización no es el único, ni el más eficaz recurso ante la escasez de agua
Se debería hacer más esfuerzos en instalar depuradoras y mejorar la eficiencia de las redes, a nuestro juicio medidas previas inaplazables, antes que apostar por desalinizadoras.
La Cámara Insular de Aguas de Tenerife, manifiesta que centrar el abastecimiento de agua dulce exclusivamente en la desalinización es equivocado por múltiples razones, entre las que podríamos destacar su elevado coste y la contaminación atmosférica y marina que produce.
La Cámara Insular de Aguas de Tenerife detecta que se está generando una corriente de opinión que solo admite como solución para mantener el abastecimiento de agua en la isla, la desalación de agua del mar.
“La Cámara” no está en contra de la desalación, ni niega que algunas de las instalaciones han aliviado las tensiones que se producen en veranos tan duros como el que vivimos. Pero ello no justifica el cambio radical que se intuye, cuando aún hoy cerca del 80% de las aguas de la isla proceden de manantiales, galerías y pozos, y que durante siglos han satisfecho eficazmente la demanda de agua. Ese cambio de modelo, se torna más injustificable si se genera con olvido de algunas acciones previas, imprescindibles, como son las mejoras de las redes urbanas y el incremento de la calidad y cantidad de la depuración.
La Cámara Insular de Aguas de Tenerife muestra su preocupación por tan grave problema, y quiere dejar constancia que, mientras en la red básica de canales de propiedad privada, se formulan requerimientos y controles para evitar mermas o contaminación, se descansa en la responsabilidad municipal y su autonomía, la omisión de las acciones precisas para remediar las pérdidas en las redes públicas. Si se corrigieran las pérdidas, el agua desperdiciada en las redes públicas, supondría disponer de la misma cantidad que aportan todas las plantas desaladoras de Tenerife en funcionamiento, incluidas las próximas a entrar en servicio.
En lo que respecta a la depuración tenemos que decir que tras el reciente conflicto entre los Ayuntamientos de Santa Cruz de Tenerife y La Laguna, fundamentalmente, sobre la depuradora se han puesto de manifiesto varios problemas que en su mayor parte se resolverían con una depuración de calidad, que permita el uso de las aguas en toda clase de cultivos, y que se complemente la insuficiencia de los medios de transporte para hacerlas llegar a los lugares en que se necesitan. Obviamente el nivel de tratamiento debe ser el adecuado para que sean aceptadas sin reservas por los usuarios, garantizando una continuidad en el nivel de depuración y calidad de las mismas.
En el informe sobre la aplicación de los Planes Hidrológicos de Cuenca, de la Directiva Marco del Agua, de la Comisión Europea, se pone de manifiesto que los planes hidrológicos presentan deficiencias de los programas de control y de los métodos de evaluación del estado de muchas masas de agua. Es decir no conocemos cual es la situación actual. Desde ésta institución se han solicitado, reiteradamente, datos al Consejo Insular de Aguas de Tenerife, sobre estudios realizados, y de momento solo se ha obtenido su incomprensible silencio.
Si se desconoce la realidad actual de las reservas hídricas de Tenerife, nos preguntamos: cómo es posible que se apueste, tan decididamente por la desalinización, con los costes económicos y problemas medioambientales que esa actividad ocasiona aludiendo que las reservas de aguas subterráneas son insuficientes.
En el informe sobre la aplicación de los Planes Hidrológicos de Cuenca, de la Directiva Marco del Agua de la Comisión Europea se llega a decir que algunas medidas propuestas para satisfacer la demanda de agua no tienen como objetivo los principios de la Directiva Marco del Agua, y que incluso podrían obstaculizar su consecución. Además acusa de cierta opacidad algunas propuestas porque no se han publicado los datos para determinar cómo se han llegado a tales conclusiones.
Finalmente apuntar que la Directiva Marco del Agua no ha venido a derogar o sustituir la normativa vigente. Antes bien, su función es sistematizarla e integrarla en un marco dotado de visión de conjunto. Esa visión de conjunto tiene que posibilitar la coexistencia de las aguas subterráneas tradicionales con las innovaciones tecnológicas que deban aplicarse cuando aquellas no sean suficientes.