Huella de agua o huella hídrica ¿en qué quedamos?
Durante años la Huella de Carbono ha sido probablemente uno de los indicadores ambientales más conocido por la opinión pública. Ahora parece que ha llegado la era de la Huella Hídrica; ¿o debe llamarse Huella de Agua? Y si no son la misma cosa, ¿con cuál me quedo?
La Huella Hídrica responde a la metodología desarrollada por la Universidad de Twente desde el año 2008, y ha dado lugar a la creación de la Water Footprint Network (WFN). Es la huella relacionada con el agua de la que más se oye hablar y de la que más cosas se encuentran publicadas.
La Huella Hídrica es además la que ha dado lugar a interesantes y educativas infografías y esquemas que nos informan, por ejemplo, de que la Huella Hídrica de una taza de café está en torno a 140 litros; la de un vaso de vino de 125 ml es de unos 117 litros; y la de una pinta de cerveza está alrededor de 76 litros. La conclusión es inmediata, hay que dejar los cafés y pasarse al vino y las cervezas. Los coffeebreaks de jornadas y congresos han de pasar a convertirse en wine-breaks o beerbreaks, en aras de la conservación de un recurso escaso y valioso como el agua. Hay quien considera que tan sólo por esta sublime aportación, esta metodología merecía la pena ser creada.
La Huella Hídrica se muestra como una poderosa herramienta de concienciación de la opinión pública, con sus flujos virtuales de agua que viajan de unos continentes a otros. Sus estimaciones son verdaderamente llamativas y hacen reflexionar.
Pero la aplicación práctica de la Huella Hídrica, para el día a día de los productos y las empresas, se enfrenta a importantes dificultades: la ausencia de datos en lo relativo al agua verde; y las amplias incertidumbres en que se incurre en su estimación, para la que se requieren hipótesis generalistas y se aplican metodologías de cálculo indirectas basadas en datos meteorológicos escasos y, con frecuencia, de representatividad discutible.
El término Huella de Agua se reserva para el concepto que define la norma ISO 14046: 2014. Es un enfoque más completo y permite la adopción de conclusiones más equilibradas. La Huella de Agua requiere indicadores relativos a los efectos sobre la disponibilidad/escasez de agua, complementados con otros indicadores que evalúen el impacto ambiental que los usos del agua producen sobre el recurso agua (eutrofización, acidificación, ecotoxicidad, etc.), la salud humana, los recursos naturales y los ecosistemas.
Para el cálculo de la Huella de Agua hay más disponibilidad de información en las bases de datos y las metodologías disponibles en el software usado habitualmente en el Análisis de Ciclo de Vida.
Por su enfoque más completo y equilibrado, y la mayor viabilidad de su cálculo, la Huella de Agua parece apuntarse como la candidata más probable para ser elegida por las empresas que quieran evaluar los efectos de sus actividades sobre el recurso agua.
En cualquier caso, no hay incompatibilidad alguna entre la Huella Hídrica y la Huella de Agua. La primera cabe perfectamente dentro de la segunda, si los datos permiten su evaluación con un esfuerzo razonable.
Es importante recordar que tanto la Huella de Carbono como la Huella de Agua son indicadores parciales y que las decisiones sobre los impactos de un producto o de una organización no deberían basarse en una sola categoría de impacto, pues ello puede entrar en conflicto con otras categorías de impacto. Esta es una de las razones por las que saludo con optimismo la llegada de la Huella Ambiental de Producto y Organización de la Unión Europea, puesta en marcha en 2013. Estas Huellas representan un enfoque más completo, que en los próximos años (entre 2016 y 2020) está llamado a cambiar de manera definitiva la manera de demostrar el comportamiento ambiental de productos y organizaciones.
Mientras todo esto se clarifica, de momento, y mientras estudios científicos no demuestren lo contrario, como ciudadano concienciado y responsable dejo los cafés y me paso definitivamente a las cervezas. ¡Salud!
Fuente : http://www.iagua.es