Güímar: agua y gestión
Un artículo de Wladimiro Rodríguez Brito
Vivimos en unos tiempos en los que la gestión que hacíamos antaño nos enseña mucho. Las nuevas tecnologías nos hacen muy dependientes, siendo un tema especialmente delicado cuando se habla de agua y naturaleza, bienes que tenemos que gestionar con máximo cuidado. Agua y petróleo no son los mejores aliados para el campo.
En Güímar encontramos un colectivo campesino que ha gestionado uno de los oasis históricos más vivos de Tenerife, gracias a los manantiales que afloran en las profundas heridas en el relieve: Barranco de Badajoz y otros.
En el s. XX, desde una época temprana, se construyeron numerosas galerías que aportan importantes caudales de agua con los que se riegan cultivos de autoabastecimiento, pero también de exportación, incorporando cultivos de tomates al sotavento de la isla, y también plátanos, hortalizas, aguacate, cebollino, etc. Esta zona incluso tuvo una planta hidroeléctrica.
Güímar es pionera en la canalización de agua para consumo urbano y agrario hacia la zona metropolitana. Hasta Santa Cruz (incluida la refinería) y La Laguna llegaban las aguas del Valle de Güímar, a través del Canal de Araca, o Río Portezuelo. También hacia el sur, la Tarjea del Escobonal, que inició el Canal del Sur.
En una palabra, Güímar ha sido un foco de progreso y bienestar en la zona más poblada de la isla. Aquí nació también una escuela de galeros o cabuqueros que han alumbrado agua en numerosos puntos de las Islas.
Crisis agraria y crisis de la cultura del agua: Las comunidades de gestión de las galerías o las comunidades de riego se deterioran. Gran parte del agua se consume en zonas urbanas. Los nietos de los que hicieron las galerías, en muchos casos, no saben ni de galerías ni de canales o atarjeas, aquellas que tienen más de 70 años de historia y grandes pérdidas.