‘Filomena’ resucita las rutas del agua
Gran Canaria presume de verde. La borrasca alimentó cauces, charcas y caideros para el intenso disfrute de los amantes del senderismo
Filomena’ se fue, pero su estela sigue presente en los campos y paisajes de Gran Canaria. La borrasca que tiñó de blanco media España dejó a esta isla con ganas de nieve, pero a cambio le regaló agua para tres años de riego agrícola (las grandes presas recogieron más de 10 millones de metros cúbicos) y devolvió las escorrentías a barrancos que durante días parecieron ríos. Son precisamente estos cauces y sus charcas los que se convertirán estas próximas semanas en destino predilecto de los amantes del senderismo. Este periódico ofrece hoy un somero recorrido por algunos de los más emblemáticos caminos de agua de Gran Canaria. Algunos de esos paisajes han visto cómo ‘Filomena’ les aumentaba el caudal del agua de la que suelen disfrutar todo el año, como pasa con el barranco de Los Cernícalos, entre Telde y Valsequillo, o con el Charco Azul, en Agaete, o el de Las Palomas, en Tejeda, pero otros recuperan una estampa que solo es posible fotografiar justo después de unas buenas lluvias, como es el caso del barranco del Berriel, en San Bartolomé de Tirajana, o el de La Mina, en San Mateo.
Entre los bendecidos todo el año por el oro líquido por excelencia de Canarias está Los Cernícalos, un relicto natural de los bosques de laurisilva que hace siglos dominaban los campos de la isla. Cuenta con un sendero bien definido, de hasta siete kilómetros ida y vuelta, y es apto para familias, que podrán además disfrutar de la sucesión de varios caideros cauce arriba, algunos de ellos de varios metros de altura. El camino nunca pierde de vista el riachuelo del que se alimenta el mayor bosque en galería de sauce canario (‘Salix canariensis’) que se conserva en el archipiélago, un árbol icónico de la laurisilva que aquí da un aire de cierto misterio a la ruta. Entrará en un espacio muy protegido, dentro de la Reserva Natural Especial de Los Marteles.