Fácil, ecológico y económico: la importancia de ahorrar agua (incluso en casa)
Aunque parezca muy abundante, el agua es un recurso limitado, finito e insustituible. Pero la mayoría lo desconocemos. Según la Fundación Aquae los europeos consumimos una media de 100-320 litros de agua al día para uso doméstico, que varía según el país. De media, solo se utiliza para beber el 3% del agua corriente. La inmensa mayoría es para tirar de la cadena, lavar y regar el jardín. Pero en realidad, ¿cuánta agua de nuestro Planeta Tierra podemos usar?
Geográficamente, en todo el planeta, el volumen total de agua existente es del orden de los 1.400 millones de km³, de los cuales una inmensa mayoría son de agua salada (el el 97,5%, 1.365 millones de km³). De agua dulce sólo existe el resto, el 2,5%: 35 millones de km³. Dentro de ese porcentaje de agua dulce, el 68,9% (unos 24 millones de km³) se encuentra en forma de hielo y nieves perpetuas en las regiones antárticas y árticas, mientras que el 30,8% (unos 10,8 millones de km³) se encuentra almacenada en el subsuelo. Solamente el 0,3% del agua dulce (unos 105.000 km³) se encuentra en ríos y lagos. Por tanto, el agua dulce utilizable por el hombre es sólo una parte del agua de los ríos y lagos así como de los acuíferos, pudiendo alcanzar los 200.000 km³ lo que equivale a algo menos del 0,6% del agua dulce disponible, o al 0,014% del agua existente en la tierra. Así, si todo el agua del mundo fuera un bidón de cinco litros, la cosa quedaría así:
El mensaje de la escasez sí que parece haber calado entre los expertos; de hecho, ha llevado a que cerca de 90 países lanzasen en diciembre, en la Cumbre del Clima de París, un pacto auspiciado por Francia. Entonces la ministra francesa de Ecología, Ségolène Royal afirmó que “si no actuamos rápido, en 2080 entre el 43 y el 50 % de la población no dispondrá de agua potable”. Por todo ello debemos ahorrar y reciclar este recurso.
¿DÓNDE SE RECICLA EL AGUA?
El agua reciclada es agua negra que ha sido sometida a un tratamiento intensivo para ser utilizada nuevamente. Este procedimiento mejora la calidad del agua a través de tratamientos físicos, químicos y biológicos.
Muchas personas confunden el agua gris con el agua negra, cuando son distintivamente diferentes. El agua negra es lo que se va en el retrete. El agua gris es la que queda después de la ducha, lavar la ropa o del fregadero. Se pueden reutilizar y sin embargo se desperdician en casi todos los hogares, pudiendo representar el 50%-80% del agua que se gasta. El problema es que las cañerías no distinguen entre estas dos, más bien combinan ambas y las manda como aguas residuales; así que, a menos que las separemos manualmente o capturemos el agua gris, esta última se convierte esencialmente en agua negra y por lo tanto inútil hasta que pasa a través del proceso de tratamiento de agua municipal.
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