Estudio: Mediciones de exposición al riesgo del gas radón en túneles, galerías (minas) de agua y cuevas turísticas en las Islas Canarias
Un artículo de:
– Juan Carlos Santamarta Cerezal. Departamento de Ingeniería Agraria, Náutica, Civil y Marítima. Universidad de La Laguna (ULL), España. [email protected]
– Jesica Rodríguez-Martín. Departamento Técnicas y Proyectos en Ingeniería y Arquitectura. Universidad de La Laguna (ULL), España. [email protected]
– Rafael J. Lario-Bascones. Servicio de Minas. Dirección General de Industria y Energía. Gobierno de Canarias, España. [email protected]
– Ángel Morales-González-Moro. Servicio de Minas. Dirección General de Industria y Energía. Gobierno de Canarias, España. [email protected]
– Noelia Cruz-Pérez. Departamento de Ingeniería Agraria, Náutica, Civil y Marítima. Universidad de La Laguna (ULL), España. [email protected]
El gas radón es un gas noble proveniente de la cadena de desintegración del uranio, considerado carcinógeno para los humanos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los terrenos volcánicos son ricos en uranio, por lo que se espera de ellos una elevada capacidad para transmitir radón a través del suelo, el aire y el agua. En este artículo se estudian los niveles medios de gas radón obtenidos en túneles de carreteras, cuevas turísticas y obras de captación de agua subterránea (galerías y pozos). A través de los resultados se puede notar cómo influye la existencia de ventilación dentro de la instalación estudiada, así como los elevados valores de concentración de gas radón en las obras de captación de agua subterránea. Estos trabajos han sido el preludio de la creación de una guía técnica de buenas prácticas, por parte de los autores, frente a la exposición al gas radón en las instalaciones hidráulicas subterráneas de Canarias.
Introducción
El radón, un gas radioactivo procedente de la desintegración del uranio y del torio, se produce de forma natural en el subsuelo, migrando posteriormente hacia la superficie (Santamarta et al., 2020). Dado que es más pesado que el aire, si existen condiciones adecuadas, tiende a acumularse en estructuras subterráneas (túneles, sótanos, etc.), pudiendo llegar a niveles que son perjudiciales para la salud (Tommasone et al., 2011). Estudios médicos y ambientales indican que las radiaciones asociadas al radón son la segunda causa de cáncer de pulmón después del tabaco y la primera para los no fumadores. Por ello, las autoridades han desarrollado una normativa que establece los niveles máximos permitidos de exposición al radón, especialmente en recintos cerrados, como viviendas o lugares de trabajo, entre otros (CSN, 2012).
Los problemas de salud asociados al 222Rn se deben a que éste, al ser un gas noble, una vez que se ha producido tiene una capacidad de reaccionar para formar compuestos moleculares muy pequeña. Esto hace que posea la capacidad de migrar fácilmente hasta la superficie donde puede ser inhalado, así como los productos sólidos de su desintegración (218Po, 214Po, 214Bi, 210Bi, 214Pb y 210Pb), los cuales se depositan en partículas finas y polvo en suspensión que al respirarlo pueden adherirse a los tejidos sensibles de los pulmones (figura 1).
Los minerales con mayor concentración de los progenitores del radón (uranio y/o torio) son la monacita, un fosfato de tierras raras rico en torio, y el zircón, un producto de cristalización de rocas ígneas ácidas, como el granito. Por ello, las rocas con mayor contenido de uranio y torio son las rocas ígneas intrusivas y efusivas ácidas, como los granitos o las riolitas, pero también las rocas sedimentarias ricas en fosfatos y las rocas metamórficas derivadas de las mismas (figura 2).