El sector vitivinícola palmero lucha para sobrevivir a la sequía
El Consejo Regulador de Denominación de Origen Vinos de La Palma, que agrupa a 900 agricultores, cierra este año con la campaña de recolección más baja de la última década
La peor cosecha de uva de la última década, con 645.525 kilos frente a los 1,2 millones recolectados en 2009, se suman en La Palma a la falta de un relevo generacional que no llega para un colectivo de 900 agricultores vitícolas cuya media de edad está en torno a los 65 años. La combinación de ambos datos, y la situación de sequía persistente que condiciona la producción, hacen pensar al Consejo Regulador de Denominación de Origen de La Palma en la necesidad de poner en marcha una batería de medidas que ya están en manos del consejero de Agricultura del Cabildo.
Dice la gerente de la entidad, Eva González, propietaria de una pequeña viña y vinculada a este cultivo desde niña, que las causas objetivas de la escasa cosecha pasan por la situación de sequía, con precipitaciones muy escasas, incluso para un cultivo de secano. La contradicción para el sector es clara si se tiene en cuenta que el vino con denominación de origen que se produce en la Isla tiene un mercado estable, y una demanda que absorbería el doble de una cosecha que no puede lograrse en las condiciones medioambientales actuales, pero que sí podría ser minimizada con la instalación de sistemas de riego. Esta vía requiere de inversiones para unos agricultores que ya soportan los sobrecostes de agua de riego para todos aquellos viñedos localizados entre el municipio sureño de Fuencaliente y Las Tricias, en la villa norteña de Garafía, frente a las tarifas de agua de riego que pagan, entre otros, los agricultores plataneros. A eso se suma el hecho incontestable de que hay zonas de viña sin posibilidad de riego por su ubicación por encima del canal.
Eva González, Ingeniera Agrícola y con un largo recorrido en la gerencia de este Consejo Regulador, recuerda como “en Fuencaliente cuarenta años atrás los vecinos tenían su bodega y su lagar, y crecíamos vinculados a la cosecha, a la producción y al mantenimiento de un modelo de mantenimiento del paisaje, de la medio ambiente y de la biodiversidad que se va desdibujando”. Muchas de las hectáreas de viñedo que han desaparecido del paisaje palmero han sido sustituidas por otro cultivo, el aguacate, para cuyos cosecheros se lanzan advertencias del control de la producción para no saturar el mercado.
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