El plátano, el aguacate y la uva, los más afectados por la sequía
La Consejería de Agricultura, Ganadería y Pesca del Ejecutivo regional tiene previsto invertir a lo largo de este año 11,2 millones de euros en obras destinadas al riego
Los agricultores y ganaderos del Archipiélago miran cada vez más al cielo con la esperanza de que la lluvia irrumpa y riegue el campo. La ausencia de precipitaciones se ha convertido en la tónica de su día a día. El bajo nivel de almacenamiento que presentan los embalses preocupa y el Ejecutivo regional ya trabaja en la elaboración de un plan urgente de desalación para hacer frente a la falta de recursos hídricos con la construcción y mejora de plantas desaladoras. Mientras que el abastecimiento de agua para la población aún no está en riesgo, el sector primario ya sufre los latigazos de la sequía. La escasez de agua ya constituye de por sí un problema, pero su insuficiencia conduce, además, a su encarecimiento. Los cultivos de plátano, aguacate y uva son, de momento, los más afectados.
La Consejería de Agricultura, Ganadería y Pesca del Gobierno canario, dirigida por Alicia Vanoostende, tiene previsto invertir 11,2 millones de euros en obras de riego para este año; un 30% más que en 2019. Mejorar la red de transporte resulta clave en estas condiciones. El plátano, al ser muy exigente en agua, es uno de los cultivos más afectados, pero también el aguacate y los viñedos. Aunque estos dos últimos tipos de plantación no requieren de mucha atención hídrica, Vanoostende expone que en los últimos años se han instalado en zonas de medianías y cumbres donde no suele haber redes de riego.
“Cada isla tiene una casuística totalmente diferente. Lanzarote y Fuerteventura han buscado la desalación y hay otras islas, sobre todo las más occidentales, que tendrán que trabajar en otras vías”, sostiene la consejera. Su departamento, en cualquier caso, se centra en mejorar la red de riego y en incentivar su eficiencia. “No es solo decir más agua, sino también gestionar de forma más eficiente la que tenemos y evitar pérdidas”, recalca. ¿Cómo? De un lado, con la potenciación del uso de aguas depuradas y la apuesta por sistemas más eficaces que el riego por aspersión que se mantiene aún en muchas zonas. De otro, con la mejora de la red de tuberías. Debido a la obsolescencia de las infraestructuras de distribución se pierde, no en vano, el 29% del agua, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) relativos a hace cuatro años. Una pérdida en la distribución que se suma a la sequía y a los problemas de almacenamiento y producción.