El futuro de la gestión del agua
Un artículo de Joan Gaya Fuertes
La Directiva Marco del Agua (DMA) acabó con la visión tradicional del agua, esencialmente económica. En ella se contienen los requisitos ambientales a respetar que, resumidos en dos, son la preservación de la calidad de las aguas y la limitación de las extracciones para respetar los ecosistemas acuáticos. Paradójicamente, al recoger la complejidad de la gestión del agua, el factor económico volvió a la actualidad, pues hubo que considerar lo que hasta entonces eran meras externalidades e internalizar sus costes.
La planificación hidrológica española ha venido recogiendo la letra de esos requisitos, pero la realidad ha quedado muy lejos de alcanzarlos. Estamos al final del período 2015-2021, y ya está en preparación la del período 2021-2027. Siguiendo las pautas establecidas, cada confederación ha presentado y sometido a información y participación pública los Esquemas de Temas Importantes (ETI) a tener en cuenta en el inmediato futuro.
Los documentos son de gran ortodoxia formal, e insisten en los tópicos de la DMA: caudales ecológicos, depuración de aguas, extracción sostenible y protección de acuíferos, contaminación agropecuaria, etc.; a los que se añaden los riesgos potenciales derivados del cambio climático -menor pluviosidad, sequías prolongadas y episodios de inundaciones graves- que en conjunto dificultaran la capacidad de almacenamiento del agua caída. No obstante, se echa en falta el análisis y balance de lo realizado hasta el momento.
Algunos de los documentos reflejan cómo esos vectores ya estaban incluidos en la planificación del período que ahora termina, y dan cuenta de sus escasos logros. En algunos casos se alude a financiación insuficiente, en otros a poca coordinación administrativa, en otros a deficiencias organizativas de algunas confederaciones. No se profundiza en esas alusiones, pero queda clara la conciencia de la inadecuación entre propósitos y recursos.