El agua en Canarias tiene dueños: de aguatenientes a cámara insular
La iniciativa privada desarrolló la extracción del recurso del subsuelo y mantiene la propiedad de pozos o galerías. Los ecologistas advierten de que la normativa es permisiva con la sobreexplotación de los acuíferos y demandan un mayor control y una estrategia hídrica
En Canarias, más de la mitad del agua que se consume proviene del subsuelo. Este recurso, escaso y valioso en las islas, tiene dueños privados y un mercado en el que se especula con su valor para su comercialización, por ejemplo, en el riego agrícola. A pesar de que la ley expone que “todas las aguas están subordinadas al interés general”, en el Archipiélago los pozos y galerías excavados en busca del líquido durante el siglo XX siguen en manos privadas, a las que antaño se denominaba aguatenientes y que, con el paso de los años, se agruparon en comunidades. En el caso de Tenerife (donde el 80% de los recursos hídricos provienen del subsuelo) se asociaron en la Cámara de Aguas para defender sus intereses y sus acciones.
La parte pública o el estado ha tratado de regularizar o proteger el recurso y ha entrado también en el mercado del agua a través de la desalación o ha creado los consejos insulares para garantizar su control. Sin embargo, los ecologistas critican que la normativa permite la sobreexplotación de los acuíferos al considerar que es laxa con los titulares de las infraestructuras que extraen el recuso y, a efectos prácticos, estima que los consejos insulares no imponen sanciones. En las islas se han ejecutado más de 6.000 obras para la captación de agua subterránea, pero casi el 30% están inactivos o secos.
El programa Informe Trópico de Televisión Canaria emitido este 13 de noviembre profundiza en la gestión del agua en Canarias y para comprender la situación actual, Antonio Macías, catedrático de Historia Económica Universidad de La Laguna, bucea en el pasado. “Cuando discutimos la propiedad del agua en Canarias tenemos que partir de un momento concreto: la conquista del Archipiélago. Toda el agua y la tierra era propiedad del rey, que determinó que el proceso de reparto y distribución fuera gratis, libre de cualquier carga. Y asignó tierra y agua de manera conjunta a los colonos”, pero “toda la tierra y el agua tenía que estar dedicada a la caña de azúcar”.