El agua, de recurso a servicio
Los embalses de las cuencas internas catalanas rebosan, o casi. El generoso manto de nieve que cubre la cordillera pirenaica añadirá aún más agua cuando llegue el deshielo estival. Nada hace prever que este año haya que temer problemas hídricos. Es una buena noticia. Habrá agua en los grifos, pero no solo porque haya llovido y nevado en los Pirineos. Estamos tan acostumbrados a considerar los sistemas de captación, transporte, potabilización y abastecimiento como un fenómeno por defecto que nos parece irrelevante que el agua mane por el grifo. No lo es para nada.
He pasado una semana sin agua en Comodoro Rivadavia, ciudad argentina de casi 300.000 habitantes. Una semana sin duchas, descargas sanitarias, ni lavadoras: una verdadera pesadilla. La ciudad se abastece de un acuífero que no se ha agotado, pero las pérdidas de la red han llegado a ser del 60%, en tanto que las variaciones de presión causaron escapes en cascada que hundieron el sistema por entero. Había agua, pero no tenían servicio.
El consumo per cápita en Comodoro es de 500 litros al día (el de Barcelona ronda los 100). No es agua consumida, sino mayoritariamente perdida. Con el recurso no basta. Garantizar el abastecimiento, la calidad sanitaria y la presión de un fluido como el agua es una tarea compleja. Sin servicio, el recurso sirve de bien poco.
Los escapes y las pérdidas de red son muy bajos en el área de Barcelona, inferiores al 7%. La contención en el consumo, en cambio, es alta. Es una feliz combinación. De ahí que haya servicio, además de recurso, en una zona con poca lluvia. No basta proclamar el derecho al agua, hay que concretarlo con buena gestión. El resto es retórica inconsistente. Que siempre y a raudales llegue agua potable a cada hogar en zonas con pocos recursos hídricos como la nuestra es portentoso.
Fuente http://www.elperiodico.com