El acceso a agua potable, la llave para reducir la pobreza
Extraída directamente de los acuíferos subterráneos a través de un pozo o a través de tanques de almacenamiento de la lluvia, reduce la mortalidad, disminuye las hambrunas y favorece la escolarización de las niñas y la independencia de las mujeres
Un artículo de ANTONIO ESPINOSA DE LOS MONTEROS
Han pasado más de ocho años desde mi primer viaje a África, cuando en 2012 estuve en Etiopía con Amigos de Silva, una ONG de cooperación al desarrollo con la que participé en la reforma de un hospital y en la construcción del primer quirófano de la región de Afar. Ya había estado haciendo voluntariado otros veranos en Perú y Camboya, pero fue durante mi estancia en Etiopía cuando me di cuenta de que la falta de agua era sin duda la mayor causa de pobreza, y tomé conciencia de la gravedad que suponía no poder disponer de agua potable para beber, cocinar, asearse o lavar.
El principal motivo por el que la población acudía al hospital era por haberla bebido en mal estado, lo que les provocaba infecciones y enfermedades como la diarrea, disentería o cólera. Pero todo esto, allí, además de ser un problema sanitario, es un problema social: las mujeres y las niñas son las que tradicionalmente se encargan de ir a buscar agua, en ocasiones de dudosa calidad, caminando bajo el sol y cargando pesados bidones de hasta 25 litros. Tienen que andar varios kilómetros, hasta cuatro horas diarias, para llevarla a sus comunidades, lo que les impide atender a sus familias, buscar una ocupación que les proporcione ingresos y, en el caso de las niñas, asistir al colegio y recibir una educación para tener más oportunidades de futuro.
Además de ese viaje a Etiopía, otros a Perú, Camboya, Benín o Burkina Faso, me ayudaron a conocer de cerca la realidad de las personas que viven en la mayor pobreza material, y cómo la falta de agua es la mayor de todas. En noviembre de 2019 viajé a la República del Chad junto a la ONG Alboan, uno de los 14 socios que tiene AUARA y con los que hemos desarrollado algunos de nuestros proyectos para poner en marcha seis pozos en dos comunidades del suroeste del país, Bongor y Gounou-Gaya. Y volví a constatar que el acceso a agua potable es fundamental para aspirar a tener un futuro más esperanzador.
En el Chad comprobamos de nuevo lo que supone para las comunidades tener por primera vez agua potable. Estuvimos junto a ellos durante la perforación de los pozos, a la espera de que saliera el líquido, que al principio es lodo, y las caras de los integrantes de la comunidad que presenciaban el proceso pasaban del nerviosismo y la expectación a la alegría y la satisfacción de poder disponer de ella y limpia, gracias a una bomba hidráulica, sin tener que ir a buscarla.