Cajeros automáticos de agua en los suburbios kenianos
El acceso al agua sigue siendo complicado en muchos lugares del planeta, especialmente en los países del tercer mundo. Aunque la modernidad ha llegado a casi todas las capitales del África subsahariana, miles de personas viven sin agua corriente en sus casas, con lo que necesitan comprarla todos los días para poder completar su higiene diaria además de poder cocinar y beber. En el caso de la capital de Kenia, la mayor parte de la población se concentra generalmente en los slums (traducción anglosajona de suburbio). Barrios superpoblados que han ido creciendo de manera espectacular sin tener ningún tipo de conciencia urbanística y donde resulta complicado dar con la cifra exacta de los habitantes.
Las numerosas prendas tendidas en las terrazas de los escasos pisos que cercan el slum de Mathare, al noreste de Nairobi, atestiguan cómo las familias se hacinan en su interior. Y en la inmensa llanura de techos de hojalata que compone su explanada, centenares de viviendas privadas de canalización y de saneamiento se sobreponen unas a otras. El espacio entre las callejuelas no permite el paso de grandes vehículos, con lo que la llegada de grandes tanques de agua hasta allí resulta inviable.
Comprar bidones de agua a diario es una opción pesada y costosa, y por lo tanto inviable para la mayoría. Una opción hasta ahora era adquirir el agua del mercado ilegal, proveniente de la extracción de otras canalizaciones o pozos, y contaminándose durante el precario transporte. También varias ONG han ayudado a que la población tuviera acceso a un bien necesario en el día a día mediante elreparto de agua en kioskos.
Pero para garantizar el acceso de todas estas personas a un agua potable con unos costes mucho menores que si la compraran en un supermercado o en el mercado ilegal, se han instaurado unas máquinas similares a cajeros automáticos en los suburbios de la capital. Llevan un mes y el funcionamiento está siendo todo un éxito.
Tarjetas para agua
El funcionamiento es sencillo: gracias a una tarjeta recargable los habitantes del suburbio pueden servirse de este agua potable pagando medio chelín por 20 litros de agua (un chelín keniano equivale más a 0’08 céntimos de euro. Además, las condiciones de depuración del agua permiten que ésta llegue con una mayor higiene que la del agua que se recoge a través de grandes tanques. Es perfecta tanto para la higiene personal como para beber y cocinar.
En Mathare, Agnes, una joven madre de familia, se muestra encantada de la llegada de estos cajeros. “Para mí es más fácil recoger agua ahora y mucho más barato. Somos cuatro miembros en la familia y consumimos cerca de 20 litros de agua por día”. Los cajeros no sólo han facilitado su acceso al agua, sino que lo han aumentado. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el uso mínimo diario de agua por persona es entre 15 y 20 litros de agua para la higiene personal, comer y beber. Aunque aún está lejos de alcanzar esa cifra, Agnes asegura que desde hace un mes consumen más agua: “Al ser más barata, podemos permitirnos utilizar más, además no vivimos lejos del cajero”, dice mientras recoge su tarjeta y cierra el grifo que ha llenado un bidón amarillo de 10 litros.
La compañía que ha llevado a cabo la instalación de la maquinaria es el Nairobi Water and Sewerage Company (NWSC) y ha proporcionado una facilidad en el acceso al agua desconocida hasta ahora por los ciudadanos. Además, la llegada directa de este servicio nacional, permite que no haya intermediarios entre las empresas del sector y los destinatarios finales, lo que se nota en el precio a la hora de adquirir los litros. “Este programa debería haberse llevado a cabo hace tres años”, dice Joseph, quien permanece como vigilante en uno de los cajeros, en cuyo interior ha trasladado su máquina de coser. “Antes la gente se gastaba por la misma cantidad de agua tres chelines, y para una población en la que cada chelín cuenta, era mucho dinero”, dice sin quitar la vista de la prenda que está cosiendo.
Como mínimo cada núcleo familiar está compuesto de, al menos, cuatro personas. Los alquileres de estas viviendas suelen oscilar entre los 20 y los 50 euros mensuales, mientras que el salario medio de la población de los suburbios es de 14 euros a la semana. La llegada de las máquinas proporciona a estas personas el acceso al agua con un coste seis veces más bajo que el que pagaban hasta ahora.
Sobre el punto de recogida del agua, hecho con hormigón y con un pequeño cajero en la pared, se erige un gran bidón de color negro con capacidad para más de 10.000 litros de agua. Tras un mes de exitoso funcionamiento, NWSC aún no ha tenido que ir a recargarlo. El funcionamiento de las tarjetas que se utilizan para poder comprar el agua se lleva a cabo mediante el pago con Mpesa, una popular forma de pago local en la que se utiliza el teléfono móvil para realizar los ingresos. “De momento hay tres máquinas en el barrio de Mathare, pero hay previsión de poner otras tres más en poco tiempo”, dice Esther, una de las encargadas de chequear el correcto funcionamiento del sistema de abastecimiento de agua, de hacer lo test de calidad y las primeras encuentras sobre el servicio. “Estas máquinas son caras, pero irán llegando a todos los rincones de la ciudad para que la gente pueda adquirir el agua más barata”.
Las condiciones de vida en un slum a menudo suponen que muchas personas contraigan enfermedades relacionadas con la comida o con el agua, principalmente diarreas o gastronteritis. Además, la ausencia de baños en las casas obliga a miles de personas a acudir a letrinas públicas que están en unas condiciones de higiene deplorables. Muchas personas para evitar entrar en ellas prefieren hacer sus necesidades en bolsas de plástico que después arrojan a la calle junto a pilas de basura que se ciernen en puntos concretos del slum. Ríos de agua contaminada recorren los suelos y se desbordan durante las temporadas de lluvia.
Fuente: http://www.elmundo.es/