El cajero automático de agua
El acceso a agua potable es un derecho reconocido como tal por las Naciones Unidas que, no obstante, no siempre está garantizado. De acuerdo con los datos de la Organización Mundial de la Salud, al menos 1,8 mil millones de personas en el mundo acceden a una fuente de agua contaminada. Hay, en el planeta, recursos suficientes disponibles de este bien tan básico. Y, con todo, su distribución es desigual. A menudo es malgastada o gestionada de forma poco sostenible. Y esta desigualdad se ve potenciada en los países más pobres.
Ya se libran guerras por el agua aún cuando es indispensable que exista una infraestructura que garantice tal acceso, así como que su aprovisionamiento se mantenga a unos precios asequibles. En este marco son, por tanto, dos factores los que se ven implicados en el abastecimiento de agua: la infraestructura y la economía. Trescientos millones de personas en África Subsahariana sufren las consecuencias de su escasez. Por eso, la compañía danesa Grundfos ha trasladado hasta Kenia una suerte de cajeros automáticos para extraer agua. En inglés lo han denominado Water ATM, haciendo evidente el paralelismo con el popular servicio internacional para retirar dinero.
«Es una especie de quiosco de agua en el que los residentes de las comunidades pueden abastecerse de dicho bien. Sea para sus hogares o para pequeños negocios», explican desde la compañía danesa. La infraestructura facilita que los ciudadanos de estas comunidades tengan acceso a la compra de agua durante las horas de apertura. Un proceso que, hasta el momento, exigía el intercambio humano y el pago en efectivo.
Lo cierto es que, para la empresa nórdica, todo ello redundaba en una menor eficiencia del sistema en lo que a la recaudación de ingresos de agua respecta. A su vez, la viabilidad financiera de las operaciones de abastecimiento se veía perjudicada. La empresa danesa se ha asociado con la multinacional tecnológica Ericsson para desarrollar, conjuntamente, un sistema que facilita el acceso a agua potable a través del pago por móvil.
Eran varias las problemáticas derivadas del uso de dinero en efectivo con las que la compañía escandinava se encontraba. Por un lado, el gasto que supone la contratación de personal para realizar el pago. Pero es que, este hecho entraña un riesgo en sí mismo: un mismo individuo gestiona grandes cantidades de dinero, completamente sólo, en una zona rural. De fondo trascendía una cuestión latente: el mercado negro emergente en la compra venta de dicho bien. No sólo porque los vendedores intenten engañar al sistema para sacar mayor rédito sino que, además, juegan con incrementar el coste del agua. Un hecho que refleja cómo la corrupción contribuye y modula la escasez de agua.
Ambas empresas han trabajado para dar con una solución al problema. Se han servido, para tal propósito, del extendido uso del móvil en continente africano y la han transformado la solución de pago. Mobile Water Wallet es el resultado. El usuario utiliza su teléfono móvil para transferir dinero a la tarjeta prepago con la que se obtiene agua en esta especie de quiosco. «Así no es necesario utilizar efectivo»; expone Rajiv Bhatia, director de Ventas de Comercio Móvil de Ericsson para Europa, Oriente Medio y África, en declaraciones para INNOVADORES.
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