Algo no fluye en los fondos para la reconstrucción líquida
Mientras Europa recomienda que la reconstrucción pase por el agua, los incipientes pasos del plan “España Puede” no parecen ir dirigidos en esta dirección. La preocupación del sector aumenta al ver que los recursos hídricos no tienen el respaldo anunciado
La Comisión Europea, consciente de que España es uno de los países que más sufrirá el impacto del cambio climático en sus recursos hídricos, sí ha visto en sus fondos Next Generation una oportunidad para que avancemos en resiliencia, adaptación, mitigación del riesgo y una gestión más sostenible que asegure a largo plazo la disponibilidad de agua, esencial para la vida, la salud y cualquier actividad económica que se quiera desarrollar en el país.
Por ello hace pocas semanas el Ejecutivo comunitario recomendó al Gobierno que priorizase acciones relacionadas con la mejora de la gestión del agua, la prevención de potenciales inundaciones y el tratamiento de aguas residuales, así como la reutilización y la economía circular.
Una recomendación que el sector del agua, agrupado en la Asociación Española de Empresas Gestoras de los Servicios de Agua Urbana (AGA), supo ver y plasmar en una propuesta que contempla más de 500 proyectos con un presupuesto que supera los 12.400 millones de euros, y que ven en los fondos europeos una oportunidad para comenzar la reconstrucción generando, además, un incremento estimado del PIB de más de 1.800 millones de euros, y la creación masiva de empleo.
Y con la expectativa de convertirse en el combustible que alimente el motor de la recuperación española post-Covid llegó el sector del agua la pasada semana al Foro de Alto Nivel sobre Infraestructuras y Ecosistemas Resilientes, celebrado para facilitar la participación y colaboración público-privada en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de España.
Sin embargo, el hecho de que los recursos hídricos no contasen con un Foro de Alto Nivel específico ya encendió todas las alarmas, que subieron de nivel al constatar la ausencia del agua urbana en la agenda de la reconstrucción, más allá de las leves referencias realizadas al saneamiento.