Entre 1985 y 2016 el caudal conjunto de los afluentes de la isla se redujo en un 30 por ciento, pasando de 212 a 150 hectómetros cúbicos al año. Ante esta incertidumbre hídrica, el Cabildo de Tenerife, a través de la empresa pública Balsas de Tenerife (Balten), ha impulsado el uso de las aguas regeneradas y desalinizadas para garantizar el suministro de riego agrícola en la isla en cantidad, calidad y precio.
“Desde el año 2019, año en el que iniciamos el actual mandato, hemos llevado a cabo un total de 32 actuaciones en distintos puntos de la isla, con una inversión que supera los 8,3 millones de euros, para llevar agua de calidad a todo el sector primario tinerfeño”, explica el consejero insular de Agricultura, Ganadería y Pesca, Javier Parrilla. El agua regenerada supera, de hecho, el 55 por ciento del suministro para la agricultura de la isla, “lo cual demuestra el acierto y la importancia de seguir invirtiendo en depuración y desalinización para dar mayor estabilidad y calidad al suministro”.